lunes, 20 de junio de 2016

DIGNIDAD PARA LOS REFUGIADOS

Solo Lo la décima parte de los casi tres millones de refugiados Sirios que han llegado a Turquina Solo la décima parte de los casi tres millones de refugiados sirios que han llegado a Turquía huyendo de la guerra civil que comenzó en 2011 viven en campos de refugiados. El resto residen en ciudades principalmente en Estambul y en localidades del sur de Turquía. Según EL PAIS. Dignidad En el mundo de hoy, no existe propuesta alguna que exija una disciplina interior para que los seres humanos puedan discernir entre las vanidades e ilusiones que les presenta la sociedad de consumo y lo que es realmente esencial y renovador. Hay algo sin embargo, en nuestro interior, que nos obliga a enfrentarnos permanentemente con nosotros mismos, con nuestras dependencias y automatismos, adquiridos generalmente por comodidad y sumisión o por cobardía e ignorancia. La práctica diaria de la filosofía, como búsqueda de la verdad y amor a la sabiduría, nos hace ver que éstas suelen ser las trabas más frecuentes que se anteponen a nuestra evolución cotidiana cuando queremos ser nosotros mismos. Una de las claves para llegar al interior de uno mismo, para comprender nuestra propia identidad y desarrollar una vida con plena conciencia, consiste en la práctica de la dignidad. No se trata de la búsqueda del reconocimiento a nuestros méritos, sino del respeto por nuestra propia esencia y del compromiso de actuar en la vida en función de ella. La palabra dignidad proviene del latín, dignitas. Está asociada al valor personal, al mérito, a la virtud, a la condición, al rango, al honor. Se la asocia también a la idea de la belleza majestuosa, a la magnificencia. Dignidad Así titule un artículo de mi Blog con ocasión de realizar en Octubre pasado un viaje por Budapest, Viena y Praga allí me encontré con la fatalidad. En el siglo XXI, teníamos ante nuestras narices personas hacinadas en las estaciones de estos países. Si es verdad que las autoridades de cada uno de esos países se encargaron de quede el turismo no viera lo que estaba pasando; por eso los hacinaban en las estaciones de tren, escoltados por las Policías, posteriormente fueron trasladados a Austria y Alemania. Los Gobiernos se hacen los longuis, y no ven razón alguno para que los millares y millares de refugiados tengan que venir a occidente. Mientras tanto, no se enteran de que uno de los principales causa del hacinamiento es precisamente la migración y que en este caso, el conflicto armado en Siria, hace que se agrave la situación de los refugiados sirios. A decir de los expertos la mayor crisis humanitaria europea desde la Segunda Guerra Mundial. Decenas de miles de personas intentan escapar de la guerra que asola Oriente Medio cruzando el Mediterráneo para buscar cobijo en Europa. Miles han muerto ya, intentando llegar a nuestro continente, y los que lo consiguen se enfrentan a la falta de reacción de la Unión Europea. Es indignante que se use de esta manera a personas humanas y de que no aprendamos de la historia, sobre todo la historia más reciente, primera y segunda guerra Mundial o la más cercana a nosotros. Nuestra guerra civil. He de decir en favor de estos países Budapest, Viena y Praga que nos han acogido como verdaderos anfitriones y que los días que hemos estado en cada uno de ellos han sido tan maravillosos que casi seguro, volveré de nuevo a visitarle. Hoy sabemos que las mujeres y los niños son loa más perjudicados en esta sin razón. Cuando mencionamos aquellos que ocupan altas funciones en un régimen político, se habla a menudo de “dignatarios del régimen” y se entiende por dignidad un rango en la jerarquía social que todo el mundo reconoce. Ser digno se confunde con el hecho de representar algo frente a los demás y, por extensión, al hecho de representar algo frente a uno mismo. Los seres humanos tienen cada uno su propia presunción y vanidad, la necesidad de decirse que son alguien y no un “don nadie”. Ya en la época romana y más tarde, la aspiración a lograr su dignitas, su dignidad, consistía más en obtener aquello que uno consideraba merecer como persona, en el sentido del rango que debía ocupar en la sociedad, que en encontrarla dentro de sí mismo. Platón nos alerta sobre esta conducta, recordándonos que puede conducir a una forma de gobierno desviado, como es la timocracia o la búsqueda de los honores. Esta forma de abordar la dignidad la hace depender excesivamente del reconocimiento social y de las circunstancias, sin tener en cuenta la interioridad del individuo. Y así, en nombre de la “sacrosanta dignidad” de unos y de otros se cometieron los peores crímenes, debido al orgullo herido, a los celos, al egoísmo y a la avidez.